Floriberto Santos
San Marcial Ozolotepec, Oaxaca.- Eran las 23:00 horas del pasado jueves, la mayoría de la gente dormía, creo hasta los perros porque ni cuenta se dieron que 15, 20, 30 o quizás más hombres encapuchados, con rifles de asalto y escopetas en las manos se aproximaban, primeramente a un punto de esta localidad enclavada en la Sierra Sur.
En la casa de don Constantino, de 61 años de edad, en la ranchería Luz de Oriente, dormían tranquilamente su hijo Diódoro Gerónimo, de 24; su esposa, su nieto Manolo, de 11 años y otra mujer, su familiar, quien estaba de visita con su hijo Lisandro, de 12 años.
Era una noche muy oscura, solo el grillar de los insectos se escuchaba, pero ni así la familia se dio cuenta cuando 5 de esos hombres camuflados llegaron a la puerta, tocaron y manifestaron ser de la ‘”Agencia”.
No dijeron más, entraron por la fuerza, sacaron a Constantino y a su hijo Diódoro y se los llevaron.
Hubo gritos, disparos, los menores Manolo y su amigo de visita Lisandro, cayeron heridos.
El pum-pum de los balazos habría despertado a algunos vecinos cercanos, pero quizás por temor decidieron hacerse los dormidos.
Igual, sigilosos, los sicarios avanzaron a este municipio, a la calle Mérida, hacia la ladera, “100 metros hacia abajo de la calle del pueblo”, en una casa sin número, donde Pablo, de 23 años, a lo mejor dormía, a lo mejor ya no.
Eran las 00:30 horas, ni los padres pudieron hacer algo, estaban todos encañonados, eran como 14 hombres con armas largas.
“Lo sacaron, lo amarraron de las manos atrás y le dispararon”.
15 minutos después, tal vez los mismos asesinos, entraron al domicilio de Joel, de 53 años, en la calle Chapultepec, del barrio Yuyui, “allá, en la casa pegada a la calle”.
Es probable que también dormían, dos hombres tocaron a la puerta, les abrieron sin pensar en la maldad. Afuera esperaban otros encapuchados, 10, quizás 15.
Los tipos ingresaron violentamente, se dirigieron a Joel y “lo amarraron de las manos atrás y le dispararon, en el interior del domicilio”.
Simultáneamente, en la casa de don Hilario, de 48 años, se repetía la misma escena.
“Eran como 6 sujetos encapuchados con armas largas, entraron al domicilio lo sacaron y lo amarraron de las manos atrás y le dispararon”.
Cumplida alguna misión -podría pensarse-, los homicidas huyeron, ¿Quién podría hacerles frente? Eran muchos, bien armados, ni siquiera para identificarlos, estaban todos cubiertos del rostro.
Tanto bullicio, el pueblo entero despertó de esta pesadilla, vecinos, familiares, subían y bajaban, de una vivienda a otra, querían saber dónde más habían ataques.
A esta hora los menores lesionados fueron auxiliados y trasladados a un hospital con la ambulancia del municipio.
Ya nadie volvió a dormir, al amanecer del viernes, continuaba el llanto sin cesar en cuatro hogares.
Casquillos calibre 223., de escopeta calibre 12 y de armas 45 milímetros, eran evidencias de lo que fue una noche y madrugada violenta en este municipio, donde hasta el presidente municipal ha salvado ‘el pellejo’ en más de una ocasión.