La crisis en los Servicios de Salud de Oaxaca se agrava. Esta vez, hospitales y clínicas de la entidad han quedado sin servicio de vigilancia y seguridad, debido a maniobras políticas y financieras encabezadas por Gilberto Velazco, operador cercano al Gobierno estatal.
Con el único fin de beneficiar a empresas foráneas —y aparentemente su propio bolsillo— Velazco habría impedido que empresas oaxaqueñas continuaran prestando este servicio esencial. El resultado: centros de salud desprotegidos, personal médico y pacientes expuestos, y un nuevo golpe a la dignidad de las familias que acuden a estos espacios en busca de auxilio.
La ausencia de personal de vigilancia ha obligado incluso al cierre parcial de hospitales, ya que los vigilantes eran responsables del control de accesos. Hoy, madres, padres y familiares de pacientes esperan en la calle, bajo el sol o la lluvia, noticias de sus enfermos. ¿Y la salud pública? Rehenes del negocio.
Mientras tanto, el gobernador Salomón Jara guarda silencio. ¿Hasta cuándo permitirá que operadores como Gilberto Velazco conviertan la salud de los oaxaqueños en una mercancía más para lucrar? ¿Cuánto más deben soportar los ciudadanos que su bienestar sea intercambiado por contratos y favores?